Una nueva era ha comenzado
Al inicio del año 5780 o de la década de Pei entramos en una nueva era dentro de la economía del reino de Dios y en la historia de la humanidad.
Una nueva era que ha traido consigo un mayor aceleramiento en los tiempos y eventos proféticos, que nos conducen irremediablemente hacia un nuevo orden social, político y económico.
Desde el Ministerio León de Judá, Dios viene advirtiendo a Su pueblo a prepararse para los cambios vertiginosos, violentos y dolorosos que las naciones de la tierra vienen y seguirán experimentanto hasta el fin de los tiempos, cuando nuestro Señor Jesucristo establezca definitivamente Su reino sobre todas las naciones.
Él deseo profundo de Dios es bendecir a Su pueblo, que no suframos pérdida, ni daño; sino que seamos bendecidos y disfrutemos de Su gracia y favor, para que todo nos salga bien.
Así que, como lo vimos en el mensaje al inicio de este año 5782: «Una casa bien edificada», Él desea que nuestra vida, nuestra familia y nuestro hogar se mantenga firme en medio de las tormentas que vienen en estos tiempos.
Porque, como en los días de Israel en Egipto, ahora mientras las naciones son juzgadas y experiementan cualquier cantidad de plagas y sufrimientos, Dios nos va a proteger, nos va a bendecir y nos ayudará a permanecer firmes en medio de las dificultades (Éx. 11:4-7; 12:12-13).
Pero, ¡tenemos que ser diligentes y hacer nuestra parte! Tenemos que obedecer al Señor en todo lo que Él nos mande, especialmente a prepararnos espiritual, mental, emocional y materialmente para estos últimos tiempos, tal como lo hicieron las vírgenes prudentes, para poder actuar conforme a Su voluntad y al tiempo asignado (Mt 25:1-13).
Por favor, tome en cuenta que la protección de Dios no es automática. Él promete protegernos sí; pero, nosotros debemos ser obedientes y diligentes en hacer todo lo que Él nos indique hacer, de acuerdo a Su Palabra, según su soberana voluntad.
Algunos cristianos piensan de manera equivocada que Dios está obligado a bendecirnos y protegernos, y eso no es correcto. Dios está comprometido a hacer todo lo que Él ha dicho o prometido según Su Palabra, y a bendecir y proteger a aquellos que obedecen Su Palabra.
Si usted no es obediente ni diligente en hacer lo que Dios le dice que haga, conforme a Su Palabra, entonces usted estará fuera de la cobertura, bendición y protección de Dios (Jos. 1:2-9); y por lo tanto, se expone a sufrir pérdida, daño y dolor.
Un nuevo orden está en desarrollo
A partir de marzo del 2020, al inicio de la pandemia, el Espíritu del Señor desató una nueva unción, para una nueva bendición, para un nuevo tiempo. Esta unción es como la unción que José recibió para enfrentar un proceso de catorce años, que incluyeron siete años de siembra, cosecha y prosperidad, y siete años de escasez, hambre y desolación en la tierra de Egipto (Gn. 41:25-36). En nuestro caso, según lo que el Señor nos mostró este período cubrirá toda la década de Pei.
Por eso, desde entonces, hemos visto cómo en esta nueva era que comenzó en el 2019, se viene desarrollando con mayor rápidez la implementación de un nuevo orden social, político y económico.
En lo social, este nuevo orden se propone erosionar y aún erradicar los valores judeo-cristianos que hasta ahora han sotenido a las naciones.
El auge del divorcio y el aborto; el feminismo militante y violento; y la implementación de la ideología de géneros, buscan la destrucción del matrimonio y la familia, que son la base de nuestras sociedades, tal como las hemos conocido.
Estamos en proceso de la aplicación de una ingenería social, que persigue la conformación de una nueva sociedad, con nuevos modelos de personas, matrimonios y de familias distintos a los que Dios ha establecido en Su Palabra.
Y los gobiernos afines a dichas ideologías y a la agenda imperante en este nuevo orden crearán e implementarán leyes que forcen su aplicación y limiten los derechos y libertades de la disidencia.
En lo político, la mayoría de los políticos, gobiernos y organismos internacionales se han puesto de acuerdo en implementar las políticas necesarias que respalden el nuevo proyecto social antes descrito.
Para ello, los gobiernos que se describen como «democráticos», no sólo vienen creando y aprobando leyes cónsonas o alineadas a esta agenda social, sino que también diseñan y establecen mecanismos cohercitivos, y no pocas veces impositivos, que limitan o suprimen los derechos y las libertades que los ciudadanos deberían disfrutar en las llamadas «sociedades libres».
Por otra parte, este «mundo libre» o «democrático», en complicidad con los organismos internacionles, son cada vez más laxos y permisivos con los gobiernos dictatoriales, represivos y tiránicos. ¿Por qué? Porque así, en estas naciones, cotrolan la disidencia a estas políticas represivas, contrarias a la libertad de los individuos y las sociedades, en la mayoría de la población mundial. Tales son los casos en China, Corea del norte, Rusia, Turquia, en países musulmanes en Medio Oriente y en países latinoamericanos como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Argentina, y en otros que todavía disfrutan de la ilusión que son «países libres».
Ante los abusos de poder y las flagrantes violaciones a los derechos humanos fundamentales en estos países represivos o totalitarios, los gobiernos de los «países libres», junto con los organismos internacionales, no pasan de declaraciones diplomáticas inócuas, en las que expresan su «descontento y firme rechazo» a esos abusos, acompañadas quizás con acciones, igualmente inútiles, como aprobar sanciones «políticas o económicas».
La acción y reacción vista ante la pandemia del COVID-19 puso en evidencia que las naciones del mundo y los organismos internacionales ya están preparados para implementar políticas y mecanismos de supresión y represión a las libertades de sus ciudadanos y sociedades, con el sólo fin de ejercer mayor dominio y control sobre éstas.
En lo económico, para lograr su agenda de dominio y control en las naciones, los gobiernos locales y regionales procurarán emprobrecer a la mayoría de la población.
Pero, la primera herramienta de control que implementarán será el miedo, el temor y aún, en algunos casos, el terrorismo de Estado. Por todos los medios posibles, la población estará constantemente expuesta al miedo, por diferentes razones o causas, sean estas de índole sanitario, político o económico.
El objetivo será mantener el nivel de estrés alto en las sociedades, para debilitar sus sistemas inmunológicos, su concentración y su capacidad de análisis y reacción, que les hagan cuestionar las políticas y decisiones emanadas de los centros de poder político-económico.
Las estrategias podrán variar, pero el objetivo será el mismo: mantener a la población bajo miedo y estrés, para que sean más fáciles de controlar y dominar, haciéndoles creer que los gobiernos velan por los intereses de sus ciudadanos.
Así, se inventarán epidemias y pandemias, que obliguen el aislamiento social y el cierre de empresas y negocios; crearán constantes crisis económicas, que a su vez debiliten la capacidad de ahorro, compra e inversión de la mayoría de la población; provocarán escasez continua, que desembocará en un «problema esctructural» de falta de suministros, alimentos, de bienes y servicios; y en una progresiva inflación, que en algunos países llegará a la hiperfinlación.
En la medida que la población empobrece, se diseñarán medidas y sistemas de control monetario y socio-político. El dinero fiat o en efectivo comenzará a limitarse, hasta que llegue el punto de prohibirse. El dinero será digital y las transacciones comerciales igualmente serán digitales y automatizadas. Los ciudadanos cada vez tendrán menos posibilidades de comprar o vender, a menos que entren al sistema monetario y comercial digitalizado, o se sujeten a los mecanismos de control político y socio-económico. ¡Todo esto y más ya se ha experimentado en China, Cuba y Venezuela!
Muchas de estas medidas y acciones vienen ejecutándose cada vez con mayor fuerza y frecuencia a partir del siglo XXI; pues, el enemigo sabe que le queda poco tiempo (Ap. 12:12).