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LOS JUICIOS DE DIOS- PARTE II

Parte II, Por Dr. Daniel Guerrero

En la primera parte de este estudio compartí brevemente la base bíblica para asegurar que, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, es decir, tanto en el pacto mosaíco como en el nuevo pacto en Jesucristo, Dios es revelado y reconocido claramente como el Juez del universo y Rey de las naciones; por lo tanto, no enseñar ni predicar en nuestro anuncio del Evangelio o en las iglesias que el juzga y juzgará nuestras acciones es una clara mutilación de la Palabra de Dios que atenta directamente a nuestra necesidad del perdón de nuestros pecados y faltas, y por lo tanto, de salvación de una muerte eterna.

Y digo lo anterior, porque, aunque para algunos lectores puede parecerles sorprendente, en algunos libros, enseñanzas y predicaciones «cristianas», hoy en día, se ignora o suaviza la gravedad del pecado, y la necesidad que seamos perdonados por Dios, para poder disfrutar no sólo de salvación, sino también de una sana e íntima comunión con Él, tal como el Maestro nos lo enseñó en la oración modelo (Mt. 6:12-15, VRV):

«Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.  Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.  Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;  mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.»

Por cierto, la palabra griega usada aquí en Mateo 6:12 es ofeilēimata, para traducir «deudas»; y en Mateo 6:15 es paraptōmata, para traducir «ofensas» (o traspasar, pecar, fallar); es decir, acciones que son contrarias a lo legal y correcto; o sea, pecado, que apunta a una de las definiciones de pecar que hablamos en la primera parte: como violación de la ley, «o errar en cumplir la voluntad de Dios, que se traduce en no cumplir Sus mandamientos y estatutos».

Y esto está sucediendo en nuestros días, a causa del relativismo moral, el narcisismo, y el ataque despiadado que ha sufrido la Biblia, desde finales del siglo XIX, como nuestra fuente de autoridad en asuntos de fe y conducta.  Por lo tanto, a estas alturas ya muchos pastores y maestros, junto con sus iglesias locales, han sucumbido a la tendencia general en las sociedades occidentales de rebajar las demandas de santidad y justicia claramente expuestas en la Biblia, como la Palabra de Dios.

De allí la importancia de este mensaje, pues se requiere de nosotros que seamos fieles en el estudio y enseñanza de la Biblia, y rescatemos TODO el consejo de Dios, tal como nos han modelado nuestro Señor y el apóstol Pablo:

«Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos;  porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.  Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.  Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.  Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos» (Hch. 20:26-30, VRV).

«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2Tim. 3:16-17, VRV).

Ahora en esta Segunda parte, tal como les prometí, vamos a estudiar los medios y el peor juicio que Dios puede darle a Su pueblo y a las naciones.

LOS MEDIOS QUE DIOS USA PARA JUZGAR

En la primera parte de este estudio, vimos algunos medios que son expuestos en el set de ciclos de juicios revelados en el Apocalipsis de Juan (Ap. 6:1-11:19), y en las maldiciones que Dios promete a Israel por su desobediencia (Dt. 26:15-68).  Ahora veamos una lista más detallada:

1.      Guerras civiles

2.      Invasión y exilio (diáspora)

3.      Derrota militar

4.      Violencia e inseguridad

5.      Crisis económica

6.      Hambre y escasez

7.      Muertes violentas

8.      Aborto e infertilidad

9.      Locura, ceguera y estupor

10.  Apostasía y anarquía

11.  Injusticia y criminalidad

12.  Mortandad y pestes

13.  Enfermedades incurables

14.  Calamidad y desastres «naturales»

15.  Inestabilidad política

16.  Inestabilidad matrimonial

17.  División e inestabilidad familiar

18.  Incendios forestales

19.  Mortandad marina

20.  Sequías y contaminación

21.  Oscuridad y trastornos estelares

22.  Auge de actividad demoníaca

23.  Terror y tormento

24.  Auge y caída de imperios

Ésta puede ser una lista bastante amplia más no específica, pues en algunos puntos se podrían incluir situaciones o eventos trágicos partículares o puntuales.

Pero, deseo subrayar o llamar la atención a nuestros lectores el tema de las guerras, invasiones y posteriores exilios o diásporas, pues me gustaría que pudieran comprender la dinámica divina o cómo el Rey de las naciones ha actuado y pudiera estar actuando en nuestros días para ejecutar Sus juicios sobre la humanidad.

Y ésto lo hago, porque algunos pastores, maestros y cristianos en general, ignorando las Sagradas Escrituras, obvian que, no pocas veces podemos observar que, Dios pudiera usar y aún permitir que el enemigo o nuestros enemigos nos toquen o dañen, ya sea porque requerimos disciplina, corrección, mayor revelación, y, claro está, un justo castigo.

El primer ejemplo bíblico lo encontramos en el caso de Job, en el que claramente podemos observar que Dios autoriza, es decir le da autoridad a Satanás de tocar el entorno y aún el cuerpo del patriarca (Job 1:6-12).  Y en este caso, se nos revela que el propósito de Dios era corregir a Job y a su vez darle mayor revelación de Su poder y dominio (Job 38:1-42:6).

El segundo ejemplo que deseo traer a vuestra consideración es la invasión de Babilonia contra el reinado de Judá, el último reducto del antiguo reino de Israel.  En este caso, Dios usa a los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel para anunciarle al pueblo judío Su determinación de juzgar sus pecados de prevaricación, desobediencia y rebelión contra Él, y por los cuales, como queda registro histórico los judíos no se arrepintieron debidamente y sufrieron la invasión babilónica y la segunda diáspora (la primera fue la del reino o tribus del norte).

Y en el libro de Jeremías podemos aprender que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, y el general de su ejército, sabían de esta profecía, y ellos sabían que Dios estaba castigando a los judíos, y sabían que ellos habían recibido la autoridad divina para invadirlos y destruir el templo y a Jerusalén (Jer. 39:1-14); 52:4-30), porque así Dios lo había prometido y determinado.

Así en este tiempo, Dios ha usado y usará a las naciones enemigas para purificar, corregir, y juzgar a Su Pueblo y tambi[en a las naciones.

Y hoy al igual que ayer, los gobernantes de estas naciones enemigas están muy conscientes de sus malas obras e injusticias, pero también saben que cuentan con la autoridad (el permiso) de Dios para obrar contra Su pueblo y las naciones rebeldes a Su Palabra (Ap. 13:5-7; 17:11-14).

¡Por eso vemos y veremos el desarrollo y avance de la agenda del Nuevo Orden Mundial!  El misterio de la iniquidad de la que Pablo habla en su carta a los Tesalonicenses.  Porque esa es la voluntad de Dios:

«Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.  Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;  inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,  y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.  Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira,  a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.»

EL PEOR JUICIO DE DIOS

Y por último, quiero mencionar el peor juicio que Dios puede darle a la humanidad y a Su pueblo, sea Israel o la Iglesia, es abandonarnos a nuestra voluntad.  No revelarnos más Su voluntad ni Sus planes, de manera que nosotros vivamos según nuestro obstinado corazón, según nuestros deseos y pasiones, y no experimentemos Su bendición.

Así lo declara el apóstol Pablo al inicio de su carta a los hermanos de la iglesia en Roma (Ro. 1:24-28, 32, TLA):

«Por eso Dios los ha dejado hacer lo que quieran, y sus malos pensamientos los han llevado a hacer con sus cuerpos cosas vergonzosas. En vez de adorar al Dios verdadero, adoran a dioses falsos; adoran las cosas que Dios ha creado, en vez de adorar al Dios que las creó y que merece ser adorado por siempre. Amén.

Por esa razón, Dios ha dejado que esa gente haga todo lo malo que quiera. Por ejemplo, entre ellos hay mujeres que no quieren tener relaciones sexuales con los hombres, sino con otras mujeres.  Y también hay hombres que se comportan de la misma manera, pues no volvieron a tener relaciones sexuales con sus mujeres, sino que se dejaron dominar por sus deseos de tener relaciones con otros hombres. De este modo, hicieron cosas vergonzosas los unos con los otros, y ahora sufren en carne propia el castigo que se buscaron.

Como no han querido tener en cuenta a Dios, Dios los ha dejado hacer todo lo malo que su mente inútil los lleva a hacer… Dios ya lo ha dicho, y ellos lo saben, que quienes hacen esto merecen la muerte. Y a pesar de eso, no sólo siguen haciéndolo, sino que felicitan a quienes también lo hacen.» 

Tres veces en ese pasaje el apóstol declara que el último y peor juicio que Dios tiene reservado para Su pueblo y la humanidad es «dejarlos hacer lo que quieran», dejarlos sin ley, sin control ni dirección, perdidos en sus propios razonamientos y deseos.

Y es lo que estamos viendo en nuestros días.  Una vez que el hombre ha declarado «la muerte de Dios», la «inutilidad de Su ley y Palabra», entonces la humanidad se ha lanzado a una espiral descendente de anarquía, inmoralidades, violencia y corrupción, que los llevará a degustar «las copas de la ira de Dios», «las copas postreras» (Ap. 16:1), que Él se ha reservado para el final cuando venga a establecer Su reino eterno sobre la tierra.

CONCLUSIÓN

El propósito de este breve estudio y mensaje, es ofrecerle a nuestros lectores ua idea general sobre el tema de los juicios de Dios en las Escrituras, de manera que conserven una perspectiva correcta y balanceada del carácter santo y justo de nuestro Señor, y que podamos entender Su manera en la que trata con el pecado de Su pueblo y las naciones.

Y en vista que nos acercamos a los tiempos del fin, podamos discernir correctamente el accionar de Dios, y podamos conocer y entender lo que Él está haciendo en las naciones y podamos prepararnos mejor para hacer Su voluntad en medio de tiempos oscuros y en extremo difíciles.

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Conferencista, escritor y teólogo fundador y presidente del Ministerio León de Judá

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