NUESTRA VIDA DE ORACIONUna Guía para Nuestra Vida Personal de OraciónPor apóstol Dr. Daniel Guerrero
PRIMERA PARTE
La Oración: Nuestra Relación Personal con Dios
1. «Y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.» (Juan 10:4)
1.1. La Oración es diálogo con Dios. Nosotros hablamos, pero también escuchamos.
«Cuarenta y seis veces en Éxodo desde el capítulo 3 al 14 se dice que el Señor le habló a Moisés. Y solamente once veces Moisés le contesta al Señor. En otras palabras, él escuchó las instrucciones de Dios y actuó conforme a ellas». John Robb, Transforma tu mundo por medio de la oración, p. 6.
Personalmente crecí en un contexto eclesiástico y teológico en el que, si bien es cierto, recibí un buen fundamento bíblico, se me enseñó en términos que «la oración es hablar con Dios», y eso es cierto, pero realmente es mucho más que hablar con Dios, la oración es dialogar con Dios también.
Pero en esas clases de iglesias, en las que yo crecí, no se cree que todo discípulo, todo hijo de Dios, puede realmente dialogar en oración con nuestro Padre celestial. No tengo nada contra estas iglesias, de hecho, personalmente estoy muy agradecido por la enseñanza bíblica que yo recibí de muy buenos maestros y maestras entregados y comprometidos con el Señor en el ministerio de la enseñanza de la Biblia; pero con el tiempo me di cuenta que en cuanto a la oración y otros temas estas iglesias se quedan cortas, o su enseñanza no cubre todas las experiencias de las que narra y enseña la Biblia concerniente a la oración.
«¡La buena noticia es que sí podemos comunicarnos amplia, libre y profundamente con Dios! Y sí podemos desarrollar una relación personal íntima con nuestro Señor, de Maestro a discípulo, de Padre a hijo, de Señor a siervo.»
Para mí siempre ha sido ilógico, que los cristianos, los hijos de Dios, nos podamos relacionar y comunicar profunda y ampliamente con un sin de grupos de personas, cercanas y lejanas, y no lo podamos hacer con la Persona más real, poderosa y maravillosa: nuestro Dios.
A mí se me enseñó que sí podíamos hablar o comunicarnos con Dios, pero por medio de la oración, sin esperar un diálogo con Él y por medio de Su Palabra, de donde podemos aprender Su voluntad. Pero igualmente esa enseñanza no tiene total sentido ni fundamento bíblico sólido. Veamos…
En el Antiguo Testamento, desde Adán hasta Moisés transcurrieron más de 2.500 años, en los cuales los creyentes no tenían ni una sóla Escritura, no tenían la Biblia, y sin embargo aprendemos de las Sagradas Escrituras que Dios les hablaba, que ellos hablaban con Dios y podían dialogar con Él. En el Nuevo Testamento, los primeros discípulos contaban con los Escritos del A.T., pero la mayoría del pueblo no sabía leer (eso incluía a la mayoría de los apóstoles de Jesucristo); entonces ¿cómo se relacionaban con el Señor?
Pasó el primer siglo y la mayoría de los libros del N.T. fueron escritos a mediados de ese siglo, pero no fue sino hasta el siglo IV d.C. que el liderazgo de la iglesia estableció finalmente cuáles eran los libros considerados normativos e inspirados por el Espíritu Santo; pero igualmente, ¡para esa época la inmensa mayoría de los discípulos no sabían leer! ¡Es más, la mayoría de los pastores y líderes de la iglesia no sabían leer! El movimiento masivo de alfabetización e impresión de la Biblia no sucedió sino para el siglo XV d.C.
¿Cómo hacían entonces los cristianos en los primeros 15 siglos, para comunicarse y relacionarse con Dios sin poder leer la Biblia? Muy simple, por medio del Espíritu Santo, en oración.
Pero en estas iglesias, en las que yo crecí y fui formado y entrenado para servir a Dios, se nos enseña que no podemos escuchar la Voz de Dios, de la Persona más poderosa y gloriosa del universo, pero sí podemos escuchar la voz de cualquier persona y animal… Se nos dice que Dios solamente nos habla por medio de Su Palabra, la Biblia, y que no debemos esperar que Él nos hable por medio de Su Espíritu Santo también. ¡Eso es insólito, ilógico y no es bíblico!
Eso me hace recordar mi experiencia con mi esposa Cory. Al inicio de nuestro noviazgo, en vista que yo estaba estudiando en una universidad a más de 300 kilómetros de distancia de donde ella vivía, entonces nos escribíamos cartas y de tiempo en tiempo yo la llamaba por teléfono. ¡Sí era la época que no había Internet ni redes sociales! Pero imagínense que luego que nos casáramos, Cory viniera a mí y me pidiera que le dijera que la amo. Según la teología de las iglesias que no creen que podemos escuchar la Voz de Dios, ella tendría que esperar una respuesta de mi parte, como algo así: Busca y lee en la primera y tercera carta que te envié, pues allí te dije que te amaba… ¿Ustedes creen que una mujer aceptará eso por respuesta, durante toda la vida de su matrimonio? O si ella quiere preguntarme, para ponerse de acuerdo conmigo sobre los planes o proyectos que podríamos tener para el próximo año; y vengo yo y le respondo: -Mi amor, busca en la segunda, tercera y quinta carta, donde hablamos sobre nuestros sueños y proyectos… ¡Y eso, cada mes y cada año de nuestro matrimonio! ¿Ustedes creen que una buena comunicación y relación matrimonial sobreviviría a ese tipo de «relación» eminentemente intelectual y racional? ¡Claro que no! Pues, eso es lo que algunos teólogos y pastores esperan de la «relación personal» de los hijos de Dios con nuestro Padre celestial y nuestro Señor Jesucristo…
¡La buena noticia es que sí podemos comunicarnos amplia, libre y profundamente con Dios! Y sí podemos desarrollar una relación personal íntima con nuestro Señor, de Maestro a discípulo, de Padre a hijo, de Señor a siervo.
Esa es la clara enseñanza de Juan 10:4 citada arriba. Las ovejas del Señor pueden «escuchar la Voz» de Su Pastor y por eso lo pueden seguir, obedecer y servir día a día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año. Esa Voz nos viene sí por medio de la Palabra escrita, la Biblia, pero también por medio de la Palabra hablada, por el Espíritu Santo de Dios, en oración, meditación, adoración, o aún en nuestras tareas o actividades del día a día. ¡No podemos limitar a la Persona más grande, poderosa y maravillosa del universo con una teología que no encuentra fundamento bíblico!
Así que, cuando nosotros hablamos de comunicación con Dios, en oración, nos referimos a una comunicación en DOS DIRECCIONES: de Él hacia nosotros (escuchamos) y de nosotros a Él (hablamos) y así sucesivamente. ¿Por qué? ¡Porque la Oración es DIÁLOGO entre Padre e hijo!
1.2. También necesitamos acercarnos a la Oracion como un tema integral y no solamente como un tema mental o espiritual. Porque aunque nosotros usamos nuestra mente, nuestra comunicación con Dios es con todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo. ¡Todo nuestro ser se puede comunicar con Dios!
«No te acerques más —le dijo Dios—. Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa. Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de mirar a Dios.» (Éxodo 3:5-6)
Este relato, como muchos otros que podemos encontrar en la Biblia, desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento, nos informa que todo nuestro ser se puede comunicar con Dios, que todo nuestro ser puede responder a la Voz y a la presencia de Dios, y no sólo nuestra mente o espíritu. En ese relato, por ejemplo, vemos que DIOS LE HABLA A MOISÉS, le pide que haga una ACCIÓN física, que se quite las sandalias. ¡No, no era una orden eminentemente mental (una ilusión) o espiritual (una visión)! Era una orden que él escuchó con sus oidos, la procesó y entendió con su mnte, le afectó en su espíritu y alma, y luego él actuó, reaccionó físicamente y procedió a literalmente quitarse las sandalias. Disculpen por tener que explicar todo el proceso, pero a veces necesitamos explicar hasta lo más obvio, para que se pueda lograr un mejor entendimiento. Al Moisés responder positiva e integralmente a la orden de Dios entonces obtiene una experiencia mental-espiritual, recibe revelación de quién es este Ser, esta Persona, que le está hablando y que lo conoce. Cuando la mente y el espíritu de Moisés reciben el impacto de la revelación que Dios hace de sí mismo, él reacciona emocionalmente con miedo, con temor, ¡y físicamente, cubriéndose el rostro, bajando los ojos, porque no quería «mirar» a Dios! ¿Esa es una reacción integral sí o no? O todo eso pasó solamente en la mente o el espíritu de Moisés?
Así por el estilo, yo podría enumerar muchísimos más ejemplos bíblicos, en los que podemos ver que la Oración involucra todo nuestro ser, que la Oración es un tema integral y no solamente mental o espíritual.
Y digo lo anterior, porque nuevamente debo remitirme a mi experiencia teológica-eclesiástica de mi niñez y juventud, en la que se me enseñó que una verdadera oración o adoración no involucra las emociones… Sí, se que otra vez suena insólito e ilógico, porque en la Biblia no hay ni una sóla vez ni un solo caso en el que los creyentes hayan tenido una experiencia y revelación con Dios que no hayan tenido que reaccionar emocionalmente o físicamente. ¡Empezando por Adán y Eva, en Génesis, y terminando con el apóstol Juan, en Apocalipsis!
Cuando el Señor nos habla, se nos revela, nos toca, nos sana, no podemos sino reaccionar emocional y físicamente, que por lo regular se evidencia porque lloramos, reímos, gritamos, nos caemos, nos arrodillamos, nos desmayamos, nos postramos, nos estremecemos, etc., etc.
Personas que no creen que podemos reaccionar emocionalmente a la presencia del Señor es porque nunca han tenido una real y dramática experiencia o un encuentro con Dios, o sencillamente se ven forzados a reprimir sus mentes, pensamientos y emociones, para que concuerden con sus creencias o doctrinas, y no sean criticados o cuestionados por sus colegas, compañeros u otros miembros de sus iglesias. ¡No puedo encontrar otra explicación! Porque la Biblia enseña es otra cosa muy diferente…
Así que, decimos que Dios es Espíritu, y nosotros escuchamos de Él por medio de Su Espíritu y Su Palabra. Por que, de hecho, el Espíritu y la Palabra SIEMPRE trabajan juntos, nunca separadamente. De esa manera, Su Espíritu toca nuestro espíritu. Nuestra alma (mente) recibe Su mensaje (escuchando, viendo, leyendo, percibiendo, etc). Y nuestro cuerpo reacciona también a Su mensaje (llorando, riendo, temblando, cayendo, arrodillándose, etc.) Todas estas acciones y reacciones, y aún más, pueden suceder cuando escuchamos a Dios en oración.
Ahora, cuando nosotros hablamos con Dios lo hacemos primero con nuestra alma (mente) y cuerpo. Nos arrodillamos, sentamos o nos ponemos de pie o aún nos postramos en Su presencia. Todas estas acciones suceden primero en nuestra alma (mente) y nuestro cuerpo las sigue o manifiesta, Así que, así como está nuestro corazón, también lo está nuestro cuerpo.
Si nosotros tenemos orgullo en nuestro corazón será muy difícil para nosotros arrodillarnos delante de Dios. Este orgullo, la mayoría de las veces, proviene de nuestro coronocimiento, creencias y posiciones religiosas, filosóficas o culturales. Pero, según la Biblia, lo natural, espiritual y físicamente, cuando nos encontramos ante la gloriosa y poderosa presencia de Dios es caer de rodillas o aún postrados totalmente ante Su presencia.
Sin embargo, por honor a la verdad, NO SIEMPRE, nuestra posición corporal no es tan importante para orar. Porque podríamos comunicarnos con Dios mientras caminamos, mientras conoducimos nuestro carro, o estamos cocinando o aún estamos en la ducha bañándonos. ¡Porque se trata de una relación personal continua regular y maravillosamente natural con Dios!
Así que, cuando nuestro espíritu (corazón) toca el Espíritu de Dios (o viceversa), todo nuestro ser también reacciona ante Él. Cuando eso sucede, entonces podemos tener una comunicación con Dios de espíritu a Espíritu, de corazón a Corazón. ¡Una comunicación y relación real y genuina con Dios!
Pero la mayoría del tiempo, nuestro problema es que no dedicamos suficiente tiempo para esperar por Dios, ante Dios. Nosotros sencillamente le HABLAMOS, pero no lo ESCUCHAMOS a Él. No permitimos que Él nos hable directamente, porque sencillamente o no lo creemos o no lo esperamos, o sencillamente no sabemos cómo hacerlo…
Algunas personas dicen que ellos «escuchan» a Dios leyendo Su Palabra, pero la mayoría de las veces eso no es verdad. Eso es sólo una declaración religiosa, para encubrir nuestra real incredulidad. Eso es sólo un ejercicio racional, es la mente natural rechazando lo espiritual, porque sencillamente no sabemos cómo relacionarnos espiritualmente con Dios. Porque la verdad verdadera es que esas personas no están dispuestas ni tampoco creen que ellas puedan escuchar a Dios o sencillamente no saben ni han sido enseñadas o entrenadas a cómo hacerlo.
Pero, lea todos estos pasajes y vea cómo toda la Biblia sí enseña, desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento, que podemos escuchar la Voz de Dios y relacionarnos o comunicarnos directamente con Él por medio de Su Espíritu:
Éxodo 15:26; 23:21; Deuteronomio8:11-20; 13:4; Salmo 37:7; 40:1; 95:7-8; 130; Cantares 2:8, 14; 5:2; Isaías 6:8; Jeremías 42:6; Lamentaciones 3:25-26. Mateo 3:17; 17:5; Juan 5:37; 7:31; 9:7; 10:1, 3, 17; 18:37; Romanos 8:9, 15-17, 26-27; 1Corintios 2:10-14; Gálatas 4:6; Apocalipsis 1:10, 15; 3:20.
Así que, mientras aprendemos más de la Palabra de Dios aprenderemos más cómo reconocer Su Voz, por medio del Espíritu. ¡Recuerda: Su Espíritu y Su Palabra SIEMPRE trabajan juntos!
2. «Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.» (Juan 10:14-15)
¡Esta declaración del Maestro es poderosa, muy poderosa!
Porque nos enseña que nuestra comunicación y relación con Dios puede ser así como la que tiene el Padre con Su Hijo, y la del Hijo con el Padre. ¡WOW, esa es una declaración poderosa! ¿Cierto?
Prestemos atención a estos otros pasajes bíblicos:
«Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.» (Juan 17:21)
«La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.» (Juan 17:22-23)
Nuestra relación personal con Dios, en oración, es posible por causa de nuestra unión espiritual con nuestro Señor Jesucristo, mediante Su Espíritu Santo en nosotros. Esa unión espiritual nos conecta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¿Cómo no va a ser posible que podamos escuchar Su Voz y nos podamos comunicar real, abierta y continuamente con Dios si somos UNO con Él por medio de Su Espiritu Santo?
Eso explica por qué algunas personas conocen ACERCA de Dios, pero otras conocen DE Dios mismo.
Según la Biblia, hay diferentes clases de conocimientos (Ro. 1:19-22; 1Corintios 2:10-14):
- Conocimiento racional (mental, téorico que recibimos por leer o escuchar)
- Conocimiento práctico (experimental, que obtenemos por eventos, encuentros y circunstancias)
Nosotros tenemos que tener ambos tipos de conocimientos. No sólo uno, sino ambos. Porque cuando tenemos a ambos nuestra fe será fuerte; ya que, la fe incluye tanto la teoría como la experiencia.
«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera [teoria], la convicción de lo que no se ve [practica].» (Hebreos 11:1)
Nuestra comunicación con Dios debe estar basada en un conocimiento íntimo de Dios. ¡Ésta puede ser una relación íntima como la que el Padre tiene con el Hijo y el Hijo con el Padre!
Esta intimidad es posible por causa de la presencia del Espíritu Santo y Su Palabra morando en nosotros (Efesios 5:18-20; Colosenses 3:16). Ambos, tanto el Espíritu como la Palabra nos acercan a la intimidad con el Padre y el Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Así que, la Biblia y el Espíritu nos enseñan que sí podemos escuchar la Voz de Dios; que sí podemos comunicarnos con Dios amplia y profundamente; que sí podemos desarrollar una relación íntima y personal con Dios; porque estamos unidos a Él, por medio de Su Espíritu Santo, que Él ha hecho morar en nuestros corazones.
En la Segunda parte de este mensaje vamos a detenernos a estudiar esta relación íntima con Dios, por medio de la oración y cómo funciona. Si desea proseguir con la Segunda parte,
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