NUESTRA VIDA DE ORACION IVUna Guía para Nuestra Vida Personal de OraciónPor apóstol Dr. Daniel Guerrero
CUARTA PARTE:
Permaneciendo en intimidad con Dios
En la Tercera parte, que iniciamos en la entrega anterior, expliqué cómo podemos avanzar hacia la intimidad con Dios, por medio de la oración. Y dividí ese tema en dos partes. En la primera parte vimos una vívida ilustración de cómo podemos avanzar en nuestra relación con Dios. Y ahora en esta segunda parte haré uso de un esquema del Tabernáculo o el Templo para también ilustrar nuestro proceso de avanzar en nuestra relación íntima con Dios. ¡Así que, vamos a comenzar!
2.- Avanzando en intimidad con Dios
Como dije arriba, voy a hacer uso de un esquema del Tabernáculo o del Templo para también ilustrar nuestro proceso de avanzar en nuestra relación íntima con Dios. Vea la foto de abajo y observe…

Según leemos en Hebreo 9:1-5 el Tabernáculo de Moisés estaba organizado así: «Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle».
Así que, podemos observar que el Tabernáculo nos plantea un diseño, un patrón de relación, que Dios ha establecido con Su pueblo, que en principio sirvió para el pueblo del primer o antiguo Pacto; y también nos orienta a nosotros, el pueblo del nuevo Pacto. Podría extenderme también en el tema teológico, pero baste aquí decir que el Tabernáculo representa un tipo, que como lo define Muenscher, es “la relación representativa preordenada que ciertas personas, eventos, e instituciones del Antiguo Testamento tienen con personas, eventos, e instituciones correspondientes en el Nuevo”.
Para todo tipo hay un anti-tipo, o sea para toda «sombra» hay una realidad. ¿Cuál es el anti-tipo o la realidad que representa el Tabernáculo en el Nuevo Pacto? La primera respuesta ineludiblemente es que el Tabernáculo representa la persona y obra de Jesucristo. Pero también podemos decir que representa la relación que existe entre el cielo y la tierra. Muy particularmente, nuestra relación entre el primer, segundo y tercer cielo. Dios quiso prefigurar con el Tabernáculo (el tipo) la relación que existe y debe existir entre cielo y tierra (el anti-tipo). Y es necesario que nosotros tengamos esto claro en nuestra mente y en nuestro espíritu, para que podamos extraer las mejores lecciones sobre este tema de la importancia de la oración para avanzar en nuestra intimidad con Dios y permanecer en ella.
Diseño de relación íntima en el Antiguo Pacto
Desde la perspectiva de la oración establecida en la estructura del Tabernáculo bien podríamos decir que la mayoría del pueblo de Israel no desarrolló intimidad con Dios. En ese período de tiempo desde Moisés (1446-1447 a.E.C., alrededor del s. XII-XIII a.E.C.) hasta la destrucción del templo, en el año 70 d.C (s. I d.C.), al igual que hoy, las personas que podían lograr intimidad con Dios lo hacían por gracia, porque el diseño y esquema de adoración-oración del Tabernáculo y luego del Templo no se los permitía.
Veamos…
Lo que sucedía en el Atrio
Los sacrificios y lavamientos de los sacerdotes se hacían en el Atrio (Éx. 27:9-10; 38.9-20). El Atrio, lugar externo del Tabernáculo-Templo era dónde acontecían los lavamientos y los sacrificios y también los cánticos y alabanzas musicales.
Usemos un poco la imaginación y visualicemos cómo sería el escenario ante nosotros… ¡El Atrio sería un lugar de muchos olores, sonidos y acontecimientos! Al entrar nos encontraríamos con un sin números de sonidos de animales, de vacas, bueyes, toros, ovejas, chivos y tórtolas, junto con sus respectivos excrementos. Estos animales antes de ser sacrificados eran lavados, al igual que los sacerdotes lo hacían, para ofrecer los respectivos sacrificios tanto en el Atrio como en el Lugar Santo y Santísimo. En el Altar de bronce, que era lo suficientemente grande se consumían en el fuego los holocaustos u ofrendas especiales de paz y expiación. Antes de llegar allí los animales, todos los animales, eran sacrificados aparte y el derramamiento de sangre era grande y dramático, especialmente en la Fiestas especiales como Pascua, Pentecostés, Perdón y Tabernáculos. El día de la dedicación del Templo los sacrificios de animales eran tantos que no se pudieron contar… (2Cró. 5:1-6; 1Rey. 8:6), también durante la re-dedicación del Templo en tiempo de Ezequías (2Cró. 29:17-36; 30:21-27). También en el Atrio estaban los músicos y cantores establecidos desde el reinado de David; y los sacerdotes o levitas de un lado a otro yendo y viniendo, llevando utensilios, agua, leña; unos lavando, otros matando animales, otros desollando animales; otros recibiendo las ofrendas de animales, frutos y granos; y otros colocando los sacrificios y holocaustos en el altar. ¡En un ambiente tan lleno de movimiento y bulla, así no podía haber intimidad! ¡Era sencillamente imposible! Además que el enfoque no estaba en Dios, sino en la condición pecaminosa e impura del ofrendante-adorador.
Lo que sucedía en el Lugar Santo
En el Lugar Santo no entraban todos los sacerdotes levitas sino los asignados según las diferentes casas o clases de la tribu de Leví (1Cró. 24:1-31). Habían 24 casas paternas sacerdotales de los hijos de Aarón, descendientes de Leví. Y ellos se turnaban en el servicio tanto en el Atrio como en el Lugar Santo. Por ejemplo, en el caso del sacerdote Zacarías, padre del profeta Juan, él era levita de la casa o clase de Abías; y ese día que se encontró con un ángel le tocó en suerte colocar incienso en el altar del Lugar Santo (Lc. 1:5-10).
Los sacerdotes de las respectivas clases echaban suerte, haciendo uso del Urim y Tumim (Éx. 28:30; Lv. 8:8; Es. 2:63), para determinar el correspondiente oficio del día en el que les tocaba servir en el Tabernáculo-Templo. Por ejemplo, en el área del Lugar Santo, colocar aceite y encender durante el día el Candelabro o Menorah, colocar en la mañana los panes, mantener el fuego encendido en el altar de incienso y colocar incienso en él regularmente.
Aquí el ambiente era menos ruidoso y movido, comparado con el Atrio. Primero, porque a ese Lugar no entraba cualquier sacerdote, sino el asignado según la clase o casa familiar levítica; y segundo, porque había menos cosas que hacer. Así que, las posibilidades de lograr intimidad con Dios eran mejores; sin embargo, esa no era la expectativa regular de los sacerdotes, que por su temor reverente a Dios, preferían estar allí el menor tiempo posible. Tanto en el caso de Isaías (Is. 6:1-7) y Zacarías (Lc. 1:8-13) sus experiencias con Dios no sucedieron porque ellos estaban buscando intimidad con Dios, a todas luces fueron más bien «interrupciones sorpresivas» hechas por Dios durante el servicio que ellos hacían en el Lugar Santo.
Lo que sucedía en el Lugar Santísimo
Éste definitivamente era el Lugar más oscuro y silencioso de todo el complejo del Tabernáculo-Templo. ¡Y también el que asustaba más! En este Lugar uno no se podía equivocar… Allí se entraba con el corazón correcto, con la ropa correcta, con el sacrificio correcto, con el incienso correcto y en el día correcto. ¡Si te equivocabas en el código, ceremonia y procedimiento sencillamente morías!
Así que, el Sumo sacerdote o el Principal entre los sacerdotes levitas, descendientes de la tribu de Leví, entraba literalmente con mucho temor y temblor, pues debía comparecer ante la Presencia de Dios, presentándose en el Altar de la Propiciación, por sus propios pecados y los de todo el pueblo. Por lo tanto, a este Lugar Santísimo entraba UN SÓLO HOMBRE, con UN SÓLO SACRIFICIO, UN SÓLO DÍA al año… El resto del pueblo y sacerdotes esperaban afuera, con ansiedad y expectativa, que el procedimiento y el holocausto fueran aceptados por el Dios de Israel.
Ese era el «contacto personal» que podía tener el pueblo de Israel con Su Dios, dentro del esquema sacerdotal del Tabernáculo-Templo. A todas luces, muy limitado e intimidante, que no facilitaba la intimidad con Dios. Esta intimidad por lo regular, ocurría más bien, por medio de la gracia de Dios, fuera de los predios y paredes del Tabernáculo-Templo. ¡Y ya eso nos dice mucho a nosotros hoy!
Diseño de relación íntima en el Nuevo Pacto
El Nuevo Pacto fue inaugurado por nuestro Señor Jesucristo y Él anunció con claridad que «Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.» (Jn. 4:23-24)
El énfasis que el Maestro dejó es que el Padre busca a aquellos adoradores que le adoran en espíritu y en verdad. Y estos podrán acercarse al Padre en cualquier lugar y en cualquier momento, ya no se requiere un lugar especial, un monte o ciudad especial ni un edificio especial; sino lo que se requiere es un corazón y una relación especial con el Padre. ¡Y todo eso es posible por nuestra conexión y relación con su Hijo, nuestro Señor Jesucristo! (Jn. 14:6; 1Tim. 2:5)
En el Nuevo Testamento toda la tipología del diseño sacerdotal y mobiliario del Tabernáculo-Templo apunta a nuestro Señor Jesucristo. En ese sentido, podemos decir que Cristo fue EL SACRIFICIO perfecto, EL SACERDOTE perfecto (no según el orden levítico sino el de Melquisedec) y EL TEMPLO perfecto, que fue Su propio cuerpo y a Su vez Él mismo se presentó ante el mismo Trono de Dios el Padre. Todo el libro de Hebreos y otras cartas paulinas así nos los enseñan y explican.
Otros estudiantes aplican la tipología del orden y diseño del Tabernáculo-Templo a la vida del creyente. Así el Atrio representa el cuerpo, el Lugar Santo el alma y el Lugar Santísimo el espíritu. Desde esta perspectiva, el discípulo-intercesor aplica diariamente el sacrificio, la sangre y el agua de Cristo a su vida; luego le pide al Espíritu Santo (el Candelabro) que lo ilumine y lo guíe a la Palabra (los panes de la proposición), para luego hacer apropiadamente intercesión por los demás; hasta que finalmente se conecta íntimamente, de corazón a corazón, espíritu con Espíritu, con el Señor en Su presencia, delante del Trono del Padre celestial. Aunque esta relación no tiene mayor fundamento bíblico, sí se puede hacer la conexión basados en nuestra unión espiritual con Cristo, en la que Él es el Sumo Sacerdote y nosotros somos un reino de sacerdotes o sacerdotes reales.
En ambos casos, nuestro Señor Jesucristo, Su obra y persona, son centrales y fundamentales para un debido servicio sacerdotal y para entrar y sostener una real y profunda relación espiritual con nuestro Padre celestial. Sólo por los méritos y por la excepcional obra de Cristo en la cruz del Calvario y por la presencia de Su Espíritu en nuestras vidas es que nosotros, todos nosotros, hijos de Dios, podemos alcanzar una relación íntima con Dios.
Vamos a parar aquí, y en la próxima entrega continuaremos desarrollando este tema de cómo avanzar, desarrollar y permanecer en intimidad con Dios.
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Fuentes:
Moisés en Wikipedia
Moisés, biografía bíblica
Éxodo según Wikipedia
El Lugar Santo
El Tabernáculo
El Sacerdocio
Lenguaje de Dios V Tipos y Anti-Tipos
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