NUESTRA VIDA DE ORACION IIIUna Guía para Nuestra Vida Personal de OraciónPor apóstol Dr. Daniel Guerrero
TERCERA PARTE:
Avanzando en nuestra Relación íntima con Dios
En la Segunda parte de este mensaje iniciamos el tema sobre la Oración como intimidad con Dios y establecimos las bases bíblicas y el fundamento espiritual que hace posible nuestra relación íntima con Dios: la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Ahora en esta Tercera parte deseo explicar de forma práctica, tanto como me sea posible por este medio, cómo podemos avanzar hacia la intimidad con Dios, por medio de la oración. Y voy a dividir esta entrega en dos partes. En esta primera parte veremos una vívida ilustración de cómo podemos avanzar en nuestra relación con Dios. Y en la segunda parte haré uso de un esquema del Tabernáculo o el Templo para también ilustrar nuestro proceso de avanzar en nuestra relación íntima con Dios.
1.- Superando las crisis de fe
¡Para avanzar en nuestra relación íntima con Dios necesitamos superar nuestras crisis de fe! Sí, como hemos dicho anteriormente tenemos la gran posibilidad y privilegio de relacionarnos con la Persona más grande, poderosa y maravillosa de todo el universo: nuestro Dios. Pero, esta relación personal no pocas veces exigirá que nosotros superemos muchos obstáculos o crisis de fe, muchas crisis mentales y espirituales, para que podamos superar toda fortaleza mental, espiritual y religiosa con las que hemos crecido y hemos sido educados y formados durante nuestra vida.
Para ilustrar lo mejor posible este punto, deseo que vea primero el siguiente vídeo que he tomado de la película «El príncipe de Egipto», que narra el encuentro que tuvo Moisés con Dios, en el monte Horeb, por medio de una zarza que ardía pero no se consumía. Y luego vamos a analizar juntos esta hermosa y poderosa escena, para sacar las mejores lecciones sobre cómo avanzar en nuestra relación íntima con Dios. Veamos…
En este relato podemos observar varias crisis, que quiero definir como serios momentos de reflexión y conflictos sico-emocionales que enfrentamos cuando nos acercamos a esa Persona Todopoderosa que llamamos, Dios. Es muy importante y fundamental que abordemos el tema de nuestras crisis mentales, emocionales y espirituales con Dios, para que podamos caer en cuenta de ellas, podamos superarlas y avanzar en nuestra intimidad con Dios.
La primera crisis con la que Moisés se encuentra es una visual, una crisis mental, que implicaba darle sentido a un «paradoja» física: una zarza del desierto que estaba en medio de «un fuego» y no se consumía. Porque con el avanzado conocimiento egipcio que tenía en física, él sabía, ¡todos sabían!, que todo lo que el fuego tocaba se consumía, pero no pasaba así con esta zarza…
Así que, se acercó, lo cual implicó que superó la primera crisis de curiosidad y temor, y avanzó en su búsqueda por la verdad de lo que sus ojos veían y su cerebro decodificaba. Y procede a primero extender su vara, un objeto no animado, y la acerca al fuego y verifica que tampoco se quema, no se consume… Luego, se arriesga un poco más y extiende su mano izquierda (no la derecha, porque no quería arriescarse tanto) y confirma que efectivamente tampoco se consume. Estos pasos le sirvieron para verificar físicamente lo que sus ojos y cerebros percibían. Pero entonces vino la sorpresa…
Dios tenía para Moisés otro nivel… Y con Su Voz lo llama por Su nombre. Entonces él enfrenta otra crisis más compleja de orden mental-espiritual, porque por un lado «oye» su nombre, pero por el otro no «ve» a nadie llamándolo. Y el DIÁLOGO se inicia cuándo él le responde: –«Heme aquí»; o aquí estoy. Y Dios le responde, de una vez, con una orden: —«No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». A lo que él responde con un pregunta –¿quién eres tú? Moisés entra en una crisis mental, la duda y el temor lo comienzan a embargar, porque no sabe quién le está ordenando tal cosa. Y Dios le responde: –«Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob.» Ante esta respuesta, Moisés tiene una reacción integral: su mente, sus emociones y su cuerpo se doblegan ante este Ser que se le revela como el Dios de Sus antepasados. Y para esa altura, ya su ser está sobre-abrumado con la experiencia y le cubre el temor, si acaso no el terror, al saber que está ante el Dios Todopoderoso del que había escuchado seguramente de sus familiares y compatriotas israelíes esclavizados en Egipto.
Pero Dios sigue en calma hablando con Moisés desde la zarza ardiendo… Con todo, Moisés superando su primeras crisis sico-emocionales, decide proseguir el DIÁLOGO con Dios. Y le pregunta: —¿Qué es lo que quieres de mí? Y Él le responde lo que Él ha visto y Su preocupación por Su pueblo y Su decisión de enviar a Moisés a realizar la misión de liberar a Su pueblo de Egipto y llevarlo a la tierra que le prometió a Abraham, Isaac y a Jacob.
Mientras Moisés escucha a Dios, era de esperarse que su mente comenzara a bombear cualquier cantidad de pensamientos, excusas y objeciones; pero lo que le genera otra crisis mental es cuando escucha la declaración de Dios: —Mi boca será la tuya. ¡Eso era un total imposible para la mente y el alma del príncipe-pastor! Y él se resiste a aceptar esa declaración, profética por demás, y comienza a decirle a Dios las pocas probabilidades de que eso suceda, empezando por descalificarse así mismo ante Dios y ante el pueblo.
Moisés veía la realidad de su ser: era un traidor, era un asesino, era un hombre con limitaciones físicas. Pero Dios decide obviar sus excusas… Y entonces Dios lo lleva a otro nivel… Un nivel de mayor intimidad… ¡a través de Su fuego!
La ira de Dios se enciende ante Moisés, el fuego en la zarza se enciende aún más, y la Voz se hace mucho más que un sonido, y se convierte en una masiva ola de poder y energía que derriba a Moisés aterrorizado. Moisés toma una breve dosis de lo que significa que Dios es «fuego consumidor» (Heb. 12:28-29)… Experiencia que viviría muchas otras veces, por cierto… Y que como vimos en la Segunda parte, Elías también tuvo…¡Ésta fue una soberana crisis sico-emocional, física y espiritual! Moisés literalmente temió por Su vida y al igual que Isaías ya se deba por muerto (Is. 6:1-8).
Pero Moisés supera esta crisis porque Dios tiernamente continua el DIÁLOGO con Su siervo y le explica que Él va estar con Moisés y le va a ayudar en todo el proceso, para garantizarle el éxito total en esta misión. Es de esperarse que en ese momento Dios le rodeara con Su Espíritu Santo, pues sería Él quien le ayudaría en cada paso y en el proceso de liberación de su pueblo. Esta dulce y no menos poderosa presencia del Espíritu de Dios le daría la paz y la seguridad que la mente y el alma atribulada de Moisés necesitaba.
¡Después de eso Moisés no sería jamás el mismo! Ya había escuchado la Voz de Dios y ésta había quedado sellada en su mente y corazón, como con fuego, y jamás se olvidaría de ella. Pero, como hemos visto, para ello tuvo que superar varias crisis mentales, emocionales y aún físicas.
Así igual nosotros. Nosotros mientras avanzamos en nuestra relación con Dios tendremos que superar nuestros propios obstáculos y crisis de fe, crisis de dudas, de temor, de rechazo, de incredulidad e inseguridad. En la medida que aprendemos a dialogar con Dios en oración se irán presentando vez tras vez diferentes tipos de crisis, y tendremos que superarlas y avanzar en fe y obediencia, porque eso es lo que nos llevará a un nivel de intimidad con Dios.
Hay personas que tienen serias fortalezas de temor y temen acercase «demasiado» a Dios, temen que Dios les hable, temen que Dios los toque o que Dios haga algo sobrenatural que los exponga o en lo que se sientan vulnerables… Es decir, son personas que temen al poder sobrenatural de Dios.
Hay otras personas que son en extremo racionales, analíticas y lógicas, y les cuesta acercarse a una «relación tan subjetiva» como lo puede ser la oración. Les cuesta abrise a experiencias sobrenaturales con Dios porque nos las pueden explicar, sencillamente porque no las pueden entender. ¿Cómo pueden explicar escuchar la Voz de Dios si no la están «oyendo» con sus oídos físicos? ¿Cómo puede hablar con «alguien» a quien no pueden ver ni tocar?
Hay otras que tienen su mente demasiado llena de dudas e incredulidad, que no aceptan la invitación de Dios a desarrollar una relación espiritual personal con Su Espíritu Santo. Son personas que tienen fortalezas mentales, emocionales y aún religiosas que les impiden creerle a Dios, creer a la Palabra de Dios. Con todo dicen «creer en Dios», pero son meramente religiosos, unos incrédulos técnicos, que no se pueden mover, porque no saben o porque no quieren, en el mundo sobrenatural de Dios.
Así que, algunas personas les puede costar más que a otras llegar a una profunda intimidad con Dios en oración. Pero todos, absolutamente todos, tenemos que superar de alguna u otra manera varios obstáculos o crisis de orden mental, emocional y espíritual, aún en el orden físico.
Ahora en la Cuarta parte veremos la segunda parte de cómo desarrollar una relación íntima con Dios…
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