DESUBICADOS PARA EL MUNDOALINEADOS CON DIOSPor apóstol Dr. Daniel Guerrero
Esta entrega es un testimonio de la obra de Dios en mi vida, y quiero darle a Él toda la gloria, honra y alabanza, porque por Su gracia, amor y fidelidad soy lo que soy y he podido lograr lo que Él me ha dicho que haga.
Hoy, 5 de octubre del 2014, se cumplen cuarenta (40) años de una experiencia que marcó y delineó mi vida a muy temprana edad. Y lo hago consciente del tiempo vivido y el tiempo que vivo actualmente. Ya soy un hombre de cincuenta (50) años, próximo a cumplir cincuenta y uno (51) el 17 de octubre de este año. Es decir, estoy cerrando un gran ciclo de siete ciclos de siete años más uno (7 x 7 = 49+1 = 50). ¡Un tiempo de Jubileo y de Reposo! ¡Eso es significativo en el tiempo y en el lenguaje de Dios! Y aún más, cuando lo hago también en el comienzo del último año de un ciclo Shemitá, muy particular e interesante en lo profético, por cierto…
Pero, además de dar testimonio, también quiero hacer un acto de liberación, porque de eso se trata la Fiesta del Jubileo, un tiempo de liberación, en el que pedimos perdón y también decidimos perdonar, liberar las «deudas y ofensas» y decidir caminar libres sin cargas del pasado que puedan restringirnos avanzar hacia nuestro futuro. Eso también es lo que debemos hacer en cada ciclo de tiempo, en el séptimo día o año, debemos dedicar un tiempo de calidad para descansar, evaluar y centrarnos en Dios y en Sus obras en nuestras vidas.
Primero quiero compartir con ustedes la experiencia que hace cuarenta (40) años marcó y delineó mi vida, la cual ya había compartido anteriormente en una Nota en mi cuenta en Facebook, que titulé «Desubicado». Luego nos trasladaremos al presente, y compartiré unos pensamientos sobre la importancia de estar alineados a la voluntad de Dios, a Su tiempo y plan para nuestras vidas.
DESUBICADO
Maracay, 3 de octubre del 2010
En días pasados asistí a una conferencia de intercesión profética y el penúltimo día el Espíritu Santo de Dios trajo a mi memoria un recuerdo, que siempre he guardado de mi niñez y que nunca pensé que me hubiera marcado tanto y que en este momento de mi vida, a mis cuarenta y seis años, pudiera marcar un kairós (momento oportuno) para el resto de mi vida.
El Señor, y no puedo pensar en nadie más, pues no tenía sentido recordar ese evento en un momento de profunda adoración; Él trajo a mi memoria aquel día, cuando tenía diez años (pocos días para cumplir mis once años) y participaba en un concurso de pintura infantil. Exactamente fue el sábado 05 de octubre de 1974. El Señor trajo a mi mente ese momento y me dijo, clara y diafanamente: «Eres un desubicado». Esas palabras me penetraron profundamente en mi espíritu y llenaron de luz todo mi ser interior. Rompí a llorar… Su luz, la luz del Espíritu de Dios, alumbra toda oscuridad en nuestro ser y nos revela quiénes somos, cómo somos, lo cual trae revelación, destino y propósito a nuestra vida.
El Señor me dijo suave, pero con precisión quirúrgica, «Eres un desubicado»… «toda tu vida has sido y serás un desubicado». Y entonces continuó explicando aquel momento. Cuando el resto de los niños pintaban casitas con chimeneas, árboles y jardines; tú viste más allá, viste la realidad y el futuro; y pintaste un mundo, con gente en él, en tinieblas y quemándose en llamas.
Y entonces me volvió a decir: «Así ha sido y será tu vida». Cuando gente a tu alrededor quiere «pintar» sus vidas ‘con casitas con cielos azules, jardines con flores y pajaritos’, tú has tenido que «pintar» ante ellos otra realidad, la realidad de este mundo, que este mundo está bajo maldición y está pronto a ser consumido. Cuando otros pastores y líderes quieren «pintar» sus iglesias y ministerios ‘con casitas con cielos azules, jardines con flores y pajaritos’, tú has tenido que «pintarles» otra realidad, la realidad de cómo Yo veo sus vidas y ministerios.
Y me dijo: «Te he dado la habilidad de ver los corazones de los hombres y ver mucho más adelante de lo que otros pueden ver, por eso eres un desubicado. Mientras otros tratan de apreciar y conservar lo que han logrado, yo te he movido mucho más adelante, por eso eres un desubicado. Y has sufrido por ello». Y me dio la sentencia lapidaria… «Tienes que aceptar lo que eres. Eres un desubicado».
Esta corta, pero contundente y profunda experiencia con el Espíritu Santo de Dios me clarificó muchas cosas… y me ha permitido iniciar un proceso de re-evaluación y re-ordenamiento de mis pensamientos y mi vida.
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El Fin, Sábado 5 de octubre de 1974 |
Deseo explicarles un poco más mi experiencia aquel sábado 05 de octubre de 1974 (05-10-74), a la edad de diez (10) años, pero faltando doce (12) días para cumplir once (11) años. Y su conexión con esta reciente experiencia el pasado viernes primero de octubre de este año (01-10-10), faltando dieciséis días para cumplir cuarenta y siete (47) años. Porque para mi ese día (kairós) significó el inicio de un nuevo ciclo para mi vida, pero Dios tenía que sanar mi alma, en lo más profundo, para que pudiera estar mejor preparado, sanado y liberado para esta nueva etapa ministerial.
Lo que pasó en ese concurso marcó e influyó mi vida, y no supe cuán profundamente, hasta el viernes pasado.
Concursé y no gané. Los jueces sentenciaron que mi pintura no era la de un «niño» de esa edad. El resto de los niños hicieron pinturas de niños, pero la mía desencajaba… estaba desubicada en el tiempo y el espacio. No pasé a la final. Sin embargo, días más tarde los jueces debatieron mi caso y finalmente me permitieron pasar a la final como un «caso especial». Mi pintura se expuso en la final, en las Torres del Silencio, en Caracas, y la primera Dama de la República de aquel momento, doña Blanca de Pérez, estaría presente, para juzgar junto con el jurado todas las pinturas que habían clasificado. Ese día tampoco gané. Pero pude ver el resto de las pinturas de los niños y entendí que la mía verdaderamente desencajaba. Y empecé a ubicar en mi mente de niño, que no siempre lo que piensas y haces agrada a los demás, al mundo. Empecé a aprender que «ser profético y lo profético» es doloroso, que desencaja en este mundo «con casitas con cielos azules, jardines con flores y pajaritos». Años más tardes, he tenido que aprender con dolor y sorpresa que lo mismo pasa dentro de la iglesia, entre amigos y colegas pastores y ministros, que quieren tener un ministerio «con casitas con cielos azules, jardines con flores y pajaritos».
Debí reconocer ante el Señor, con lagrimas y profundo dolor en mi corazón, que esas experiencias me habían herido y de alguna manera me he pasado el resto de mi vida, hasta ahora, tratando de evitar el dolor de ver cómo «mis pinturas» eran rechazadas o juzgadas como raras, desubicadas y fuera de orden, tanto fuera como dentro de la iglesia del Señor. Ahora entiendo que quizás por eso me detuve como dibujante y sobre todo como pintor; y por qué me cuesta tanto publicar lo que escribo. Reconocí ante Él que he huido al dolor. Y Él me dijo que aceptara lo que yo soy, «un desubicado». Porque Él me hizo así y quiere que sea así, para Sus propósitos eternos.
Del dolor, pasé al consuelo, a la sanidad y finalmente a la libertad en el Espíritu.
Ahora no soy alguien diferente. Sencillamente soy el que siempre debí ser. Acepté lo que Dios quiso que yo fuera y quiere que yo sea: Un desubicado para el mundo, pero uno alineado con el reino de Dios. El viernes 01-10-2010 (5571), Él sencillamente me sanó y me liberó, para que sea lo que Él siempre ha querido yo sea: Su voz, sus ojos, sus manos, sus pies. Él en mí diciéndole al mundo cómo Él ve al mundo y cómo Él quiere que el mundo sea para Su gloria.
Sanó mi corazón de niño, para que comience una nueva etapa como hombre, como siervo de Dios.
De aquí en adelante, me dispongo en el Nombre de Jesús, en Su gracia y en Su poder, a decir, a pintar, a escribir y publicar todo lo que Él me diga o ponga en mi mente a hacer, para la gloria de Su Nombre y la salvación de muchos.
Soy libre para ser quien soy. Soy un desubicado para el mundo, pero uno alineado para Dios. Soy un instrumento alineado a los diseños y propósitos del reino de Dios para todas las naciones, le guste o no le guste a los que me rodean, no me importa. Me importa lo que mi Dios, mi Padre diga de mí. Decido vivir en Él, por Él y para Él, porque sé que eso es lo que Él quiere para mí.
Sirvan estas notas, para todos aquellos, que al igual que yo, necesitamos ser sanados y liberados, para ser lo que Dios siempre ha querido que seamos y encontremos en Él nuestro diseño y propósito dentro de Su reino.
¡Bienvenidos al Club de los desubicados! ¡Y bienvenidos al Club de los alineados con el Reino de Dios!
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