La Gran tribulación y el Templo
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
INTRODUCCIÓN
Hemos visto que en la Segunda parte de este tema, el Maestro cita la Profecía de las setenta semanas de Daniel, cuando les advierte a Sus discípulos que dos de las Señales del Fin de los tiempos es el auge de falsos cristos (ungidos) y falsos profetas (maestros), que engañarán a muchos, lo cual también causará que el amor de muchos se enfríe. Y en la Tercera parte, pudimos aprender que esta Profecía de Daniel es clave y muy importante para entender las enseñanzas del Maestro sobre el tiempo del fin y lo que pudiéramos esperar para los últimos tiempos.
A su vez, la Profecía de las setentas semanas del profeta Daniel nos ayuda también a captar el inicio de la Gran tribulación, que algunos esperan para un tiempo futuro, pero que si tomamos seriamente lo que enseñó nuestro Maestro, entonces podemos concluir que:
1. La Gran tribulación comenzó con la destrucción del Segundo templo de Jerusalén, en el 70 d.C.
2. La Gran tribulación ha continuado desde entonces y culminará con la Segunda venida del Señor.
3. La Iglesia de Jesucristo sí pasará por la Gran tribulación hasta la Venida del Señor Jesucristo.
Veamos lo que escribí en mi libro El Gran engaño sobre este tema:
Gran tribulación
Como he dicho anteriormente, nosotros, gentiles, occidentales, con nuestra distancia de más de veinte siglos, no podemos entender con claridad el dolor, trauma y sufrimiento que los judíos y cristianos vivieron en el año 70 d.C., ni otros acontecimientos similares acaecidos posteriormente. Decir que todavía no ha habido gran tribulación es ser insensible y no consciente de lo sucedido en la historia del pueblo judío y de la iglesia de Jesucristo en los últimos veinte siglos.
Por ejemplo, no tiene sentido decir que no fue gran tribulación: la destrucción total del Templo, de la ciudad de Jerusalén y la muerte de aproximadamente un millón de judíos por parte del ejercito romano, entre el año 70 d.C. hasta el 143 d.C.; ni tampoco el martirio de millones de cristianos en las ciudades de Oriente y en el Foro romano por parte del imperio romano, en los primeros tres siglos de la historia cristiana; ni que no hubo gran tribulación durante las continuas guerras, asedios y matanzas entre judíos, musulmanes y cristianos por la conquista y reconquista de Jerusalén, por un período de más de siete siglos (s. XI al s. XVII); y sería absurdo declarar que no fue gran tribulación el desplazamiento, la tortura y la muerte de más de seis millones de judíos (sin contar lo sufrido por los cristianos y otras nacionalidades y razas) por parte del ejército alemán, durante un período de aproximadamente seis años (1939-1945). Ni tampoco tiene sentido esa declaración cuando nos informamos del martirio de millones de cristianos, bajo los gobiernos comunistas ruso, chino, vietnamita, camboyano y norcoreano, y bajo los gobiernos islámicos de Medio Oriente y norte de África, entre finales del siglo 19 y el presente siglo. Cuando vemos todo esos eventos en su conjunto no tiene sentido declarar que no ha habido gran tribulación.
Como igualmente no tiene sentido decir que no es la gran tribulación lo que actualmente experimenta el estado judío de Israel y las naciones con las olas de terrorismo mundial, las guerras, los desastres naturales, las pestes, el hambre, los terremotos, el martirio y la persecución de la iglesia (Lc. 21:25-26). Todo esto sencillamente continuará y empeorará hasta la venida del Señor.
En conclusión, decir que desde el año 70 d.C. hasta la fecha no ha habido gran tribulación, tanto para cristianos como para judíos, es sencillamente ser insensible e ignorar por completo el sufrimiento y muerte de millones de personas de otras nacionalidades y culturas. Ahora porque mi pueblo y mi nación, no hayan sufrido la magnitud de tales eventos, no me da el derecho de afirmar de un solo plumazo, que en la historia no ha habido gran tribulación; ni tampoco tengo ninguna garantía que no lo podamos sufrir como nación en el futuro; ya que el Maestro nos dice que una señal importante antes del fin es que habrá gran tribulación, y tanto el pueblo judío como los cristianos pasaremos por ella (Jer. 30:7; Dn 12:1; Ap. 7:14).
Querido lector debo decirle con toda la seriedad del caso, basado en las Escrituras y en las múltiples evidencias históricas, que no es que la iglesia no va a pasar por gran tribulación, sino que la iglesia ha pasado, está pasando y pasará por gran tribulación, como ha sucedido desde el comienzo de su historia en Jerusalén hasta cuando venga el Señor a arrebatarla. Aquellos que dicen algo contrario a lo que enseña la Biblia, sencillamente lo que crean es decepción y frustración en los creyentes, que creen inocentemente y con todas sus buenas intenciones, que nunca pasarán por tales situaciones de dolor, sufrimiento y muerte. Y entonces cuando les sobrevienen tales circunstancias su fe no está cimentada en la Palabra de Dios, sino en doctrinas y enseñanzas de hombres.
Si usted no ha visto su ciudad bombardeada, envuelta en llamas, con sus calles bañadas de sangre corriendo como río y rodeada de cadáveres; o usted no ha estado en prisión, o en un campo de concentración esperando por el día de su muerte o ejecución; o si usted no ha visto cómo le violan a su esposa e hijas, y les estrellan a sus hijos menores contra las paredes; o no ha sufrido el allanamiento y muerte de su congregación un domingo por la mañana o durante un culto nocturno de oración; o no ha visto a su familia, hermanos y amigos de su congregación siendo colgados como lámparas encendidas, ni devorados por perros, tigres o leones en una arena pública, entonces usted no ha vivido gran tribulación. Pero mi querido lector, eso no significa que otros en otras naciones, pueblos, culturas y épocas no lo hayan vivido o lo sigan viviendo.
Puedo escuchar aquellos que declaran lo contrario diciendo que en Apocalipsis se habla de LA gran tribulación (Ap. 7:14), que lo que yo he descrito anteriormente son grandes tribulaciones, pero no LA gran tribulación, la cual está por venir, según ellos. Lo que ellos quieren ignorar es que lo dicho en Apocalipsis tiene que entenderse en el contexto de los pasajes previos de Jeremías 30:7 y Daniel 12:1, lo enseñado por el mismo Maestro en los Evangelios (Mt. 24:21,29; Mr. 13:19,24) y los apóstoles (Hch. 14:19-22; Ro. 5:3-5; 2Co. 1:3-6; 4:15-18; 6:1-10; 8:1-2; Ef. 3:8-13; Fil. 4:10-16; 1Tes. 1:6.8; 1Pe. 1:6-9; 4:12-13,15-16,19). Es regla hermenéutica no basar una doctrina en un solo pasaje y mucho menos en uno de género apocalíptico.
Engaño
El Maestro vuelve a repetirle a sus discípulos que habrá muchos falsos cristos y falsos profetas cuyo objetivo será engañar, “de ser posible aún a los escogidos” (Mt. 24:24-26; Mr. 13:21-23). Pablo también dice que en los últimos días será enviado “un poder (espíritu) engañoso, para que crean la mentira” (2Tes. 2:11).
Es claro que este poder engañoso se ha fortalecido a través de los siglos; y es mi oración querido lector, que usted pueda abrir los ojos sobre lo que las fuerzas de las tinieblas están haciendo en nuestro tiempo y no sea engañado; sino que siguiendo la Palabra de Dios, le puedan ser abiertos los ojos de vuestro entendimiento.
El Nuevo Orden Mundial
Las fuerzas de las tinieblas también tienen orquestado todo un plan para engañar a las naciones y someterlas a lo que ellas han denominado el “Nuevo Orden Mundial”. Hay sociedades ocultas, instituciones políticas, gubernamentales, culturales, económicas y religiosas poderosas que están detrás de todo este plan maligno, que se presentan ante las naciones como cristos y profetas; pero su naturaleza está llena de toda falsedad, mentira y engaño.
En este libro deseo exponer con todo el riesgo que eso implica algunos de estos engaños, con los que la iglesia ha sido seducida, engañada y en algunos casos atrapada, de manera de no disfrutar y experimentar la libertad y bendición que trae la Palabra de Dios a todos aquellos que la creen y la obedecen.
El templo
Ya hemos visto el engaño sobre el templo y la gran tribulación. Sobre el templo se ha dicho que habrá una redificación del templo antes que venga el Mesías. Ésta es principalmente una enseñanza y expectativa judía, porque ellos no creen que el Mesías ya vino. Pero debemos decir aquí que ni el Señor ni los apóstoles enseñaron sobre una tercera redificación del templo. En el Nuevo Testamento las únicas referencias sobre la reaparición del templo las vemos en Apocalipsis y siempre aparece viniendo del cielo, y no de la tierra (Ap. 11:1-2,19; 15:8; 21:10,22). Y las enseñanzas apostólicas dicen que ahora el templo de Dios es la iglesia, compuesta ya no de una nación, sino por los creyentes de todas las naciones y habitada por el Espíritu Santo de Dios (1Cor. 3:16; 6: 19-20; Ef. 2:17-22; 1Pe. 2:4-5,9-10). El templo, desde que Dios envió su Santo Espíritu, aquel Pentecostés del siglo 33 d.C., es la Iglesia. Y ese será el templo que aparecerá juntamente con Cristo en gloria, en Su venida (Ap. 21:10,22). El mensaje del año 70 d.C. fue claro: ya no habrá más templo terrenal, porque las sombras pasaron, y he aquí lo real ha llegado (He. 10:1-9).